Puede que no hayas oído hablar de las traducciones juradas hasta que alguien, quizá en una oficina de extranjería, una universidad o incluso un notario, te lo haya soltado sin mucha explicación: “esto necesita traducción jurada”. Y entonces empieza la búsqueda, porque no es solo traducir. Es otra cosa.
La gente suele pensar que una traducción es simplemente pasar un texto de un idioma a otro. Y sí, técnicamente es eso, pero cuando hablamos de documentos oficiales, legales o con efectos ante una administración, entran en juego otras reglas. Ahí es donde aparecen las traducciones juradas. Que no son ni mejores ni más bonitas, pero sí tienen una función: dar validez legal a algo que está escrito en otro idioma. Y eso, según para qué, marca toda la diferencia.
¿Qué es exactamente una traducción jurada y por qué se pide en algunos casos?
No es solo una cuestión de idiomas, es una cuestión de forma
Las traducciones juradas en España las puede hacer únicamente un traductor acreditado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Esto no es una cuestión de ego profesional, sino de legalidad: la firma de ese traductor —y su sello— dan fe de que el contenido traducido es fiel al original. Y eso es lo que necesitan muchas instituciones para aceptar documentos que vienen de fuera, o que van a salir del país.
¿Vale para todo? No. ¿Se pide a menudo? Sí, más de lo que imaginas
Hay muchísimas situaciones en las que, sin esperarlo, te piden una traducción jurada. Y lo curioso es que suele pasar cuando menos margen tienes: un plazo que vence, una matrícula que se cierra, una cita en la embajada. Por eso conviene saber cuáles son los documentos más habituales que suelen requerirla. No para agobiarse, sino para estar preparado.
Casos en los que se necesita sí o sí (o casi siempre)
Trámites académicos: cuando un título tiene que cruzar fronteras
Es probablemente uno de los casos más comunes. Si has estudiado fuera y quieres convalidar tu título en España, o si estudiaste aquí y piensas hacer un máster en otro país, necesitarás traducir —de forma jurada— cosas como el título, el certificado de notas o incluso una carta de admisión. Y sí, también puede pasar que te pidan la traducción del programa de asignaturas.
Un ejemplo habitual: una persona con un grado en Argentina quiere cursar un máster en Madrid. Le piden el título universitario y el certificado de notas traducidos por traductor jurado. Esos documentos, sin sello y firma, no pasan el corte.
Documentos legales: lo que está escrito en un papel y tiene peso jurídico
Aquí entra todo lo que puedas imaginar: sentencias, testamentos, contratos, poderes notariales, escrituras… Si el documento tiene implicaciones legales, es casi seguro que necesitarás una traducción jurada si está en otro idioma. Especialmente si se va a presentar en un tribunal, una notaría o un registro.
Caso real: una persona recibe una herencia de un familiar en Alemania. Tiene que presentar la sentencia alemana de reparto de bienes en un juzgado español. No vale con traducirlo uno mismo ni con una traducción sencilla. Se requiere traducción jurada, sin excepción.
Nacionalidad, extranjería, visados
Las oficinas de extranjería suelen ser muy estrictas con esto. Certificados de nacimiento, antecedentes penales, contratos laborales, certificados de empadronamiento… si están en otro idioma, lo más probable es que pidan una traducción jurada.
Situación típica: alguien de Marruecos solicita la nacionalidad española. Entre los requisitos figura presentar su partida de nacimiento y su certificado de antecedentes penales del país de origen. Ambos deben estar traducidos de forma jurada, sin discusión.
Adopciones, matrimonios, divorcios internacionales
Todo lo que tenga que ver con el registro civil y proceda de otro país, es candidato casi seguro a pasar por manos de un traductor jurado. Y más aún si hay que inscribirlo en España o en el país de origen.
Ejemplo real: una pareja española adopta en Colombia. Para registrar en España la adopción, se necesita una traducción jurada de la sentencia colombiana y del acta de nacimiento del menor. Lo mismo ocurre con sentencias de divorcio extranjeras que se quieren hacer valer aquí.
Empresas que trabajan fuera (o que reciben documentación de fuera)
Muchas empresas necesitan traducir documentos cuando operan internacionalmente: contratos, certificados de constitución, poderes para representar a la empresa, documentos fiscales o mercantiles. En estos casos, si van dirigidos a organismos públicos, registros o bancos, lo más probable es que exijan traducción jurada.
Un ejemplo muy frecuente: una empresa de Italia quiere participar en una licitación pública en España. Tiene que presentar su certificado de inscripción en el registro mercantil italiano, traducido por traductor jurado al español.
¿Y cuándo no hace falta traducción jurada?
Si lo que estás haciendo no tiene efecto legal… respira
Si el documento es para entender algo, para uso interno, para tener una idea general del contenido o para una presentación sin repercusión jurídica, probablemente no necesites una traducción jurada. Ahí puedes optar por una traducción profesional normal. Incluso, en ocasiones, con una traducción simple basta para presentar una solicitud y ya te avisarán si necesitan algo más.
Textos creativos, científicos, técnicos: otra liga
No confundamos las cosas. Un manual de instrucciones, un folleto publicitario, una web, un artículo científico… todo eso se puede (y debe) traducir con rigor, pero no entra en el mundo de las traducciones juradas. Aquí lo que importa es que la traducción sea buena, pero nadie te pedirá que vaya firmada y sellada por un traductor jurado.
¿Y si tengo dudas?
Lo mejor es no suponer. Pregunta siempre en la institución a la que vas a entregar el documento. Ellos te dirán con claridad si hace falta traducción jurada o si puedes optar por una versión simple. Y si no lo tienen claro, consulta a un profesional.
En atraducir.es pueden ayudarte sin rodeos
Ellos ven estos casos todos los días. Saben cuándo es imprescindible, cuándo no hace falta y cuándo depende. Si tienes documentos y no sabes por dónde empezar, puedes escribirles. Te van a orientar sin complicarte, sin fórmulas raras y sin hacerte perder el tiempo. Porque, al final, de eso se trata: de traducir bien, sí, pero también de acertar con lo que realmente necesitas.